Berlín evalúa el riesgo de una crisis sistémica de la economía mundial y redobla su apuesta europea mientras la prensa recuerda a «los 4 avaros» que se benefician extraordinariamente del mercado único y del poder económico de la Unión.

Merkel se muestra dispuesta a aportar un cuarto de los 500.000 millones en transferencias del fondo de recuperación.

Texto: Lidia Conde (Fráncfort)

Volvamos a producir y trabajar en casa. El mundo es hoy otro tras Corona. Pero, ¿en el futuro? Los consorcios están apuntándose los riesgos del reparto global del trabajo, su debilidad ante las cadenas globales de valor. ¿Volverá el trabajo y la producción a Europa, a Alemania? No está claro. Por ahora, Alemania se reinventa y apunta por Europa y high tech. Y los inversores confían. Todavía.
La respuesta de la economía alemana es ambivalente. No puede ser de otro modo teniendo en cuenta el peso de sus exportaciones. Las grandes empresas como Daimler suelen comprar donde se produce. Si se fabrica en China, se compra a proveedores de allí. El presidente de la industria alemana, Dieter Kempf, afirma que una de las razones de su competitividad se debe a las ventajas de las cadenas globales de valor. Solo BASF opera con 75.000 proveedores de todo el mundo. Por otro lado, en Wuhan, la provincia china del virus, fabrican 700 proveedores del automóvil. La tendencia a una cierta desglobalización podría acentuarse. Tras Corona se ha visto que „no podemos confiar tanto en las cadenas de valor internacionales“, dice Veronika Grimm, del consejo económico del Gobierno alemán. La política quiere una mayor estabilidad para infraestructuras y productos fundamentales. Y resurge también la idea de sustituir el just in time (adquiriendo por todo el mundo en el momento preciso las piezas que se necesitan) por just in case, lo que implicaría volver a almacenar más. La idea es también beneficiar a las empresas locales y atender mejor requisitos sociales y medioambientales. ¿Insourcing en lugar de outsourcing? Difícil, dice el presidente de Daimler, Ola Källenius. “Un mundo sin reparto global del trabajo sería un mundo menos eficiente”.


“Compran donde producen, y en Wuhan hay 700 proveedores del automóvil”.
“Un mundo sin reparto del trabajo sería menos eficiente” dice el Pte. de Daimler


Por ahora el Corona ha cambiado Alemania. La pandemia la ha llevado a reacciones sin precedentes y a un apoyo casi incondicional a Europa. Es una forma de ayudarse a sí misma. El paro pasará de los 2,3 millones en 2019 (un mínimo histórico) a los más de 3 millones actuales. Alemania espera la mayor recesión tras la Segunda Guerra Mundial, con una caída de la economía de hasta el 8% en 2020. No obstante, Berlín es optimista y supone que no habrá otro lockdown y que la economía mundial, de la que depende Alemania, se normalizará. Su respuesta tras la pandemia es un paquete de estímulos, con rebajas del IVA, por 130.000 millones de euros y su apoyo al plan de recuperación de la UE.

Los tabúes históricos
Alemania evalúa el riesgo de una crisis sistémica de la economía mundial y ha decidido apostar por Europa. Frente a los cuatro ávaros, como los llama la prensa germana, Berlín defendió una política solidaria europea que compartirá cargas en la crisis. “El canciller austriaco, junto a Dinamarca, Suecia, y Holanda rechazaron la propuesta francoalemana de crear un fondo Corona (un plan de reconstrucción europeo a través de subvenciones no reembolsables) y presentaron una mala contrapropuesta”, opina Daniel Brössler, analista de Süddeutsche Zeitung. La posición de Berlín parte de la premisa de que la pandemia está llevando al límite de sus fuerzas a muchos países; lo que pone en riesgo a toda Europa. Es decir, Emmanuel Macron y Angela Merkel actúan así por interés propio. Brössler: “El mensaje del cuarteto es que Italia y España quieren el dinero de los contribuyentes de los aplicados y laboriosos europeos del norte. (…) Pero austriacos, holandeses, daneses y suecos se benefician extraordinariamente del mercado único y del poder económico de la Unión Europea”. El fondo se enfrenta a tabúes históricos para apostar por una Europa fuerte. A finales de mayo la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen anunció el Plan de Recuperación que prevé la emisión de de 750.000 millones de euros en deuda de la UE. El fondo francoalemán se financiaría con deuda europea cuyos costes se repartirían entre todos los países miembros en función de sus contribuciones al presupuesto de la UE. Alemania participaría con una cuarta parte. Los detalles del paquete serán negociados por los jefes de Gobierno de los 27.
La posición alemana coincide también con el mensaje del jefe de la diplomacia europea Josep Borrell, quien en una entrevista a Süddeutsche Zeitung en junio opina que la crisis Corona ha sido una advertencia: “Europa necesita una autonomía estratégica. (…) La falta de mascarillas nos llevó a una crisis. Por suerte, es fácil fabricar mascarillas. Pero qué pasaría si tuvieramos problemas de suministro para nuestra infraestructura de comunicaciones o en la alta tecnología que precisa nuestra economía?”. Borrell reclama una Europa más independiente y unida para enfrentarse al mundo. “El virus nos ha demostrado que si los europeos no estamos unidos nos faltará la masa mínima para sobrevivir”. Ese mensaje de Borrell, “seamos menos dependientes protejámonos más”, coincide con la nueva desconfianza expresada por la industria alemana ante la dependencia de las cadenas de proveedores internacionales.

El consejo de sabios dijo no a incentivar una compra de automóviles que consolidase estructuras del pasado.

Tanto Borrell como Ursula von der Leyen dicen que Europa debe aprender la lengua del poder. Borrell advierte en Süddeutsche Zeitung que “Europa es una combinación excelente de libertades políticas, bienestar y consenso social. No es perfecta, pero los europeos no saben lo contentos que deberían estar por vivir aquí. Vivimos en democracia, hay igualdad, y un buen sistema sanitario y de educación. Por otro lado, solo somos 500 millones, el 5% de la población mundial”.

Invertir para crecer
La crisis sistémica se produciría si colapsaran las exportaciones, aumentaran descontroladamente las deudas y los bancos no pudieran salir de la crisis. No es el escenario más probable, dicen los investigadores económicos alemanes. Tampoco los inversores deconfían. Pero el riesgo para el empleo es que Corona llegó en un momento de cambio estructural. Recesiones anteriores llevaron a sustituir trabajo poco cualificado por máquinas. Ahora los bancos y las empresas se digitalizan y la producción de vehículos se ecologiza. “El cambio afecta ahora también al trabajo cualificado, a la clase media. Por lo que podríamos estar ante una recesión dificil de atajar”, advierte Enzo Weber, jefe de pronóstico del Instituto IAB. Weber exige programas de cualificación para trabajadores de sectores que se están transformando profundamente como la industria del automóvil.
Los investigadores económicos rechazan medidas cortoplacistas. Nada de fuego de paja. Invertir para crecer. No financiar el consumo sin mucho sentido. Alexander Hagelüken, otro analista de Süddeutsche Zeitung lo resume así: “Cuanto mayor tiempo esté una persona desempleada, menos posibilidades tiene de adaptarse a los cambios tecnológicos que se registren. Por eso, tras las recesiones no se recuperan a todos los trabajadores perdidos, aunque se crezca”. Haz que cualificar para ocupar mejores puestos de trabajo. Invertir para crecer a largo plazo.


“10 millones de trabajadores estaban en regulación de empleo en abril, pero las empresas confían en recolocarlos de nuevo”


En un sentido similar se han expresado en mayo los consejeros que asesoran al Gobierno alemán. El Consejo de Expertos Económicos del Gobierno de Alemania recomienda un paquete de ayudas que apoye el cambio estructural – invirtiendo en formación, infraestructuras y en la transformación digital – y no intereses específicos. El consejo da un no rotundo a la petición de un plan de incentivos a la compra del sector del automóvil porque “son medidas que consolidan estructuras del pasado, sin conseguir un impacto efectivo para la coyuntura”. Tanto el Instituto económico Ifo de Múnich como la banca alemana son optimistas. Aunque la situación actual sea todavía difícil, las empresas alemanas están preparadas para satisfacer la demanda tras el shutdown. En el primer trimestre la economía registró una caída del 2%. En el segundo, será todavía mayor. Habrá más paro, pero Alemania podrá superarlo. 2,8 millones de promedio en 2020, según el Instituto IAB de Nuremberg.
En abril las empresas alemanas registraron 10 millones de empleados en expedientes temporales de empleo. Un dato que señaliza que las empresas cuentan con recuperarse y con poder recolocarlos de nuevo. La razón es la alta demanda de trabajadores cualificados por parte de la economía alemana. Las empresas temen perderlos si los despiden ahora. Alemania partía de una excelente situación económica en 2020, por lo que los inversores y los mercados financieros presuponen que, aunque la crisis no se ha superado, se superará bien. El economista jefe de Deka-Bank, Ulrich Kater, compara la situación actual con la Gripe Española de 1918, durante la cual murieron millones de personas y en la que también hubo un lockdown similar al actual. Sin embargo, no se registraron secuelas económicas graves a largo plazo y la Bolsa se recuperó en el mismo año.♦