En nuestra Europa comunitaria la deuda pública pasará del 86% a cotas superiores al 100%, con Italia en el 160% y Francia y España en el entorno del 120%.

Luis Alcaide

En la crisis de 2008, recordaba una comentarista estadounidense de color, “algunos de los titanes de Wall Street sonaron botes y cacerolas frente a la FED reclamando dinero”. Ojo por tanto a la hora de distribuir los cheques. En España, abanderados patriotas y en Italia chalecos naranjas reclaman libertad frente al confinamiento totalitario. Italia se esfuerza en encontrar su normalidad ante las marchas de los descontentos. En España, la patronal CEOE acepta volver a la mesa de negociaciones en tanto que la presidenta del Banco Santander alienta a todos a la colaboración inmediata porque el rabioso presente es dramáticamente vital para aguantar el desplome del PIB. Si la ciudadanía aguanta, se sostendrá la caída de la producción mientras autónomos y asalariados hacen de tripas corazón con la ayuda de los ERTES. El episodio de Bildu o los escupitajos entre el vicepresidente segundo y los portavoces de Vox y el PP se olvidarán, como cualquier reyerta de colegiales.

El Covid 19 es una pandemia dramática y universal pero que “a diferencia de las epidemias del pasado no esta suponiendo el desplazamiento de poblaciones, el abandono de tierras cultivadas o el hundimiento del comercio”. El Covid 19, afirma Jarret Dimond: “no representa una amenaza existencial para nuestra especie ni tampoco la condena infinita para nuestra economía y nuestro nivel de vida”. El confinamiento con sus molestas martingalas y sus disciplinas cuartelarias nos permite ya transitar por una árida meseta en la que el numero de contagios, hospitalizaciones y muertes es cada vez menor. Esperanzas fundadas de salvación en mitad de la tempestad. Residencias más seguras para ancianos sin discriminaciones hospitalarias hasta que llegue la ansiada vacuna protectora.

Nissan amenaza con cerrar su planta de Barcelona y uno de los principales bancos europeos, el HSBC, también amenaza con drásticos recortes de plantillas y reorientar de nuevo sus actividades hacia Asia. Sombríos pronósticos macroeconómicos en nuestra Europa comunitaria. Los déficits presupuestarios superaran el 8% y el volumen de deuda publica ascenderá desde el 86% a cotas superiores al 100%, con inquietantes picos particulares. Grecia situará su deuda en un 200% del PIB, Italia en el 160, el 130 Portugal y en el entorno del 120% Francia y España. Los gobiernos europeos, escribía el FT, emitirán deuda por valor de 1,2 billones en los próximos 12 meses. Oportuna y afortunadamente el BCE ha anunciado su firme intención de absorber 1,3 billones de esos bonos y obligaciones y además están en marcha otros mecanismos de ayuda, incluidos los 500.000 millones para la reconstrucción. ¿Bastarán esas salvaguardias para detener el desplome y estimular a Alemania y Holanda, dependientes máximos del mercado únicos, a arrimar el hombro?. La solidaridad egoísta del comerciante. “Remontada”, anunciaba un sencillo y lúcido editorial de La Vanguardia desde esa Cataluña amenazada, como el resto de España y Europa, por el virus y además espiada por una Generalitat que continúa con su pataleta soberanista. En mi confinamiento he seguido comprando embutidos y cavas catalanes.♦